Creciendo en la cultura del "juega vivo"
- M
- Jul 28, 2015
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Ayer veía un video que me enviaron sobre la dignidad; básicamente narraba el choque de culturas que el expositor había vivido al ser hijo de japoneses, y al mismo tiempo ser latino. Él hacía una serie de comparaciones entre las reacciones de una típica persona latina y una típica persona japonesa en la misma situación. Mi primer pensamiento fue: este tipo está generalizando, seguro va a describir a la cultura latina como lo peor... ocho minutos después, había visto el video completo y me sentía identificada con cada una de las reacciones latinas que el expositor describió. Me reconforté ingenuamente al pensar que, por mi creencia en valores, yo como latina, actuaría diferente; pero hay un largo camino por andar antes de llegar a tener una cultura fundamentada realmente en valores. ¿Si encuentras una billetera en el piso, con identificaciones, tarjetas de crédito y 20 dólares en efectivo, la tomas? Probablemente la respuesta de muchos sea: “no la tomaría, si la tomo es para entregarla a algún policía para que sea devuelta”. Si en cambio encuentras un billete de 5 dólares en el piso, ¿lo tomarías? Creo que un grupo dudaría, pero al final, la mayoría de nosotros tomaría el billete abandonado que clama por tener un dueño. ¿Qué pasa si lo que encontramos tirado en el suelo es una moneda, un anillo, una linda bufanda o algo que realmente nos llame la atención y consideremos una pequeñez? ¿Lo tomarías? Seguramente juzgaríamos a la persona que tomó la billetera como un ladrón, pero la persona que toma la moneda nos es indiferente. Claro, en la billetera se encuentra la identificación del dueño; a diferencia de la moneda, que no tiene escrito quién es su dueño. Pero ambas, la billetera y la moneda, tienen algo en común: no son tuyas. En el caso que encuentre un billete de 20 dólares, ¿pensarías en entregar el billete a algún seguridad o encargado? Si el primer pensamiento que viene a tu mente es: “si se lo entrego lo tomará para él, mejor me lo quedo yo”, estás viviendo en la cultura del juega vivo. Si al realizar una compra te entregan más cambio del que te correspondía: ¡Uff que suerte!, la cajera se equivocó. Si el jefe no asistió al trabajo y no hay supervisor: ¡Saldremos temprano hoy! Si el trámite que necesito realizar está atrasado: No hay problema, pago coima y apresuran el proceso. Si no hay policía de tránsito alrededor: Pásate el límite de velocidad, total nadie está viendo. Si el metro tiene fila para subir: No importa, me voy por un ladito para subir rápido. ¿Cuántas acciones pequeñas hacemos a diario, que pueden ser catalogadas como “juega vivo”? Piénsalo antes de responder: ¡Ninguna! Respondemos en modo automático. Acusamos a los grandes políticos de ser corruptos y deshonestos, pero usamos los minutos del celular de la empresa para hacer un par de llamaditas, o conseguimos un certificado médico para “pavearnos” del trabajo. Los cambios se dan desde nuestro hogar, nuestra familia, amigos, en nuestro trabajo; debe ser un cambio del interior al exterior. Ya basta de exigir honradez y respeto, si nosotros jugamos con un doble estándar, midiendo algunas acciones como naturales o catalogadas como mentiritas blancas y otras acciones, relacionadas en naturaleza pero de mayor “gravedad”, como un insulto a la dignidad. Actuemos de acuerdo a lo que predicamos y tratemos de contagiar esta actitud a nuestro entorno; rechacemos los actos de “viveza” y cambiemos el estatus de: acostumbrados al juega vivo, por: rechazo el juega vivo. La realidad es que no necesitamos a alguien vigilándonos para hacer las cosas bien y con dignidad.
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